Ya sea para influir en la opinión pública, manipular un proceso político, generar tráfico en sitios web, incitar miedo en la población, desacreditar fuentes de información confiables, crear tendencias virales o incluso para manipular mercados a gran escala, las fake news son una realidad que amenaza -de una forma u otra- la integridad de la sociedad.
Y esto, porque la masificación de las redes sociales han articulado un ambiente propicio para que cualquier usuario pueda convertirse en artífice de la desinformación.
Por ejemplo, recientemente un estudio realizado por investigadores de META y otros académicos independientes concluyeron que los usuarios con tendencias ideológicas más conservadoras son los que habitualmente están más expuestos a una mayor cantidad de fake news en Facebook, respecto de usuarios con opiniones más liberales.
Ante esto, la blockchain emerge como una de las nuevas tecnologías con el potencial de contrarrestar las noticias falsas.
La tecnología blockchain es un sistema descentralizado y seguro que registra transacciones de manera inmutable y muy transparente. Se compone de bloques interconectados, cada uno con información encriptada y enlazado al bloque anterior, lo que crea una cadena difícil de manipular.
Por eso, para garantizar que las noticias sean precisas y confiables, el uso de una red descentralizada de bloques que verifique la autenticidad de la información y rastree su origen, surge como una opción más que acertada.
Alternativas de verificación
Consideremos un sistema donde las noticias verificadas se almacenan en una cadena de bloques. Una vez chequeada por múltiples fuentes confiables, se registra en la blockchain. Esto proporciona un historial inalterable de la fuente, el contenido y el tiempo de publicación de la noticia. Cualquier intento de modificarla sería inmediatamente evidente, ya que requeriría consenso en toda la red.
¿Y los mecanismos de consenso? Otra vía que proporciona esta tecnología es la verificación múltiple antes de ser considerada una noticia oficial. Esto podría disuadir la propagación de información falsa, ya que requeriría la aceptación generalizada antes de su validación.